miércoles, 22 de diciembre de 2010

Querido Dave

Dave es un chico guapo. Se cree guapo. Lo parece. O eso le gustaría. Lleva gafas. Los chicos guapos llevan gafas. Aunque no las necesiten. Llevan gafas para parecer guapos. Para parecer que necesitan gafas. Sí. Es un accesorio más. Dave cree que es guapo y que el mundo es un negocio. A Dave le gusta venderse. Le gusta anunciar lo que vende. Le gusta venderse. Claro. Por eso lleva gafas. ¿Por qué ha venido por aquí? A vender algo. Que no son sus gafas. No. Se anuncia. Dave es un hombre anuncio. Quiere vender. Cree que todo está en venta. En venta. No lo está querido Dave. Y tus gafas no me gustan. Quizá alguien las compre. Eso. Eso y el resto del lote. No hacía falta. No hacía falta seguir. El mundo no está en venta. No. No. En la tienda de Dave sí. ¿Vale la pena seguir a este precio?

jueves, 2 de diciembre de 2010

viernes, 26 de noviembre de 2010

domingo, 14 de noviembre de 2010

Lógica masculina

Algunos se imaginan que somos un poco tontas. Algunas también. No es cuestión de sexo. No, no. Es un rol. El papel que desempeñan. Lo que creen de los demás. Lo que piensan y comentan en voz baja, muy baja. Para que nadie se entere. Eso imaginan. Tienen imaginación. Tienen. Sí. No cabe duda. Sí. Pero no imaginan que nosotras imaginamos lo que imaginan. Peor. Que lo oímos. Creen que no oímos. Nada. Que no nos enteramos. De nada. Son muy poco imaginativos en el fondo. Alguien tendría que explicar algún día. Hoy por ejemplo, sábado. Alguien tendría que explicar cómo es posible, cómo se puede pasar todo por alto para conseguir una sola cosa. Una. No lo entiendo. Es difícil de entender. ¿Alguien lo entiende? No les interesa lo que piensa o las inquietudes de una persona. Da igual, se trata de otra cosa. Incluso si piensa que piensa tonterías, no importa, lo que importa es conseguir otra cosa. No les gusta su trabajo. Tanto da. Total. No les gusta su aspecto. Bueno. No les gusta ni su físico. No se sienten atraídos. ¿Y qué? Lo único importante es llegar a hacer lo que quieren hacer con quién sea. Cómo sea. No importa nada. Me pregunto. Es una pregunta que me hago. Os pregunto si esto tiene algún límite. Hasta dónde se puede llegar. Cuál es el mínimo. ¿Se necesita en realidad a una persona para esto? ¿Se necesita alguien vivo? Y lo habéis oído muchas veces, ya lo sabéis, ya sabéis para que sirve el alcohol, cuanto más alcohol tomas más guapas son. Es cuestión de aumentar la dosis para llegar a dónde se quiere llegar. Pase lo que pase. Y si con el alcohol no basta. Sí, lo habéis oído tan bien como yo, no disimuléis, pues se apaga la luz. Es lo lógico. Lo habitual. A nadie le importa que a nadie le importe. Disimulad. Mirad para otro lado. Ya lo sabemos.

domingo, 24 de octubre de 2010

La primera vez

No es lo que os pensáis. Y no deberíais pensarlo. No es eso. Pienso en otra cosa. En algo mucho más importante. Que recuerdo. Que no puedo olvidar. No sé si a vosotros os pasa lo mismo. Si a alguien le pasa lo mismo. ¿Sí? Entonces mucho mejor. Recuerdo. Recuerdo la primera vez que me cogieron la mano. Recuerdo la sensación de extrañeza placentera. La piel de gallina. El calor. La suavidad. Recuerdo una mano junta a la otra. Era agradable. Siempre es agradable. No siempre. También recuerdo el repelús. El rechazo inicial. Las ganas de huir. Tenía la sensación de que había perdido algo, algo, algo como la intimidad, que ya no era yo. Había sido invadida. Ya no era yo. Había otra persona ahí. Ya nunca volvería a ser yo sola. Ya nunca más volvería a estar sola. Aunque quisiera. Aunque quisiera estar sola. Se había roto una barrera. Estaba rota. El invasor había cruzado las puertas. Las puertas que le había abierto yo misma. Y nunca, nunca jamás podría volver a cerrarlas. Quedarían abiertas. Fue la primera vez. Siempre de par en par, de par en par. Todas las veces. Abiertas. Era agradable. Es peligroso.

lunes, 11 de octubre de 2010

... y nosotras no sabemos lo que queremos...

Tenemos que reconocerlo. Lo reconozco. Reconocedlo. No sabemos lo que queremos. No sabemos lo que queremos. Andamos extraviadas. Perdidas. A ratos seguras. Sí. Después inseguras. Perdidas. Salvadas. Perdidas. Salvadas. Perdida. No sé cuándo salvada. No sabemos quién ha de ser él. O quién es ella. ¿Será él el hombre buscado? ¿O será ella? No sabemos si buscamos al padre, a un hermano mayor, un amigo, un amante. ¿El amor platónico de la infancia? Cuántas veces. Cuántas veces no habremos oído: "No es lo bastante hombre para mí". Y cuando era bastante hombre, entonces, sí, entonces, esto funciona así, se oía otra cosa: "No tienes ninguna sensibilidad". ¿En qué quedamos? ¿Con cuál nos quedamos? Quizá el amigo no debería ser el amante. Y, a la inversa. A la inversa, el amante no debería ser amigo. No sé si es la solución. No solucionaría nada. Ellos no saben quiénes somos. Ellas no saben lo que quieren. Yo tampoco. O sí, espera, sí. No lo quiero a él. No puedo quererle ya. Seguro. Salvada.

domingo, 3 de octubre de 2010

Nosotras no somos quienes pensáis que somos...

Siempre lo mismo. Lo mismo. Ellos siempre creen que somos la que no somos. Nunca. Nunca se conforman con vernos tal cual somos. No. No somos bastante. Siempre somos como otra. Siempre están buscando a otra. Puede ser la madre. Puede ser la pareja de una relación anterior frustrada. Puede ser una mujer ideal que nunca han visto. Siempre están buscando a quien colgar su frustración, inmadurez o incapacidad. Tú no eras diferente. Tú no eres diferente. ¿Cómo ibas a serlo? Sería un milagro. ¿Quién era? ¿Era tu madre? ¿Era la que no pudiste tener? ¿Era el tránsito a algo mejor? ¿La sustituta? No. No era nada de eso en realidad. Pero eso parecía por tu comportamiento. Todo lo que hacías sonaba a pasado. A hábitos del pasado. Así fue como todo acabó nada más comenzar. ¿Cómo iba a empezar si no estabas conmigo? No estabas conmigo. Era un fantasma. No sé ni sabré con quién estabas. Conmigo seguro que no.

sábado, 2 de octubre de 2010

Mi hombro derecho...

,,, o ¿será el izquierdo?

domingo, 26 de septiembre de 2010

A la cama

Hay veces que lo mejor que se puede hacer es ir a dormir, meterse en la cama y olvidarse de todo. Todo. En la cama. Me saco la ropa. La que sea que lleve puesta. Me la saco. La tiro sin mirar donde cae. Cae. No sé dónde. La cama. Me espera la cama. Dejo de escribir. No escribo. Fuera la luz. Sola. En las sábanas. Sola. Por fin. En la cama. Sola con el olor a limpio. El olor. Cierro los ojos.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Volver de vacaciones

Estás triste. Ya lo sé. Estáis tristes. Ya lo sabéis. Os gustaría creer que es porque habéis vuelto de vacaciones. Estáis aquí. Se acabó el descanso. Vuelta al trabajo. Pero no. Pero no es así. Estáis tristes, vosotros, vosotros dos, porque estáis juntos, porque todavía estáis juntos. Y no. Y no deberíais estarlo. En las vacaciones os distraéis de vosotros mismos. Estáis mejor de vacaciones porque no pensáis que estáis juntos. No pensáis, no queréis pensar por qué, por qué, por qué estáis juntos todavía. Pero al volver no hay distracción. Cuando volvía, cada vez que volvía, me ponía triste, tan triste como estaba antes de marcharme. Porque no me querías. Porque no me querías. Porque yo, yo tampoco te quería ya, aunque fingía quererte. No deberíamos haber ido más de vacaciones. No deberíamos ir de vacaciones. Dejar de ir de vacaciones. Dejarlo ya. Ya no os queréis.

viernes, 13 de agosto de 2010

¡Maldita canción!

Maldita, sí, escuchad con atención, porque más vale que no tengáis una canción favorita. Estáis enamorados. Perfecto. Pero no tengáis una canción favorita. No. Desde el momento en que tengáis una canción preferida el amor desaparecerá. La canción será una carga. Os pesará toda la vida. La magia del momento desaparecerá. No. No caigáis en la tentación de elegir una canción. De decir: Esta. Esta es la nuestra. Esta es la nuestra como nuestro es el amor. Os equivocáis. Decir lo que deben ser las cosas es siempre un error. Callar. Callar. Mataréis el amor como sigáis así. ¡Malditas sean las canciones favoritas! Decir conmigo: Malditas sean.

lunes, 26 de julio de 2010

Estado febril

Tengo fiebre. Sí, lo sé, no debería tenerla por estas épocas, pero la tengo. Mi cuerpo parece no darse cuenta de que estamos en verano. Tengo fiebre y me duelen las articulaciones. Debería estar en cama, tomar algo. Ponerme a dormir. Descansar. Descansar de todo. En estos casos, ya sabéis, si una está enferma no pasa nada, todo son exageraciones. "Exageras", decías. "Todo tiene que ser dramático", comentabas mientras sonreías con sorna. Sorna. Ahora no exagero. Antes tampoco. En cambio cuando tú estabas enfermo parecía que se acabara el mundo. Nada más importaba. Había que atenderte fuera como fuera. Los demás no importaban. Sólo tú. La enfermedad lo era todo. Reposabas en la cama con cara de víctima. Con cara de tirano. Con cara de manipulador. De chantajista. Me desvivía. Hacía lo que hiciera falta y más. Y... y, rezaba para no estar enferma, para no tener que soportar y... y recordar, recordar, recordar, tu desatención. La falta de escrúpulos. La falta de sensibilidad. Rezaba para olvidar. Para engañarme. Para no recordar quién eras. Qué clase de persona eras. Con olvidar bastaba.

domingo, 18 de julio de 2010

Todo lo que quedará



Una rosa es una rosa es una rosa...

viernes, 16 de julio de 2010

¿Él o ella?

Quizá no lo habéis pensado. Quizá. Pero estaba dentro de los posible. Quizá habéis disimulado. No sé si es la forma más adecuada de decirlo. Se daba por supuesto. Se daba por hecho. No había duda. Pero podía haberla. Cuando dije. Recordad. Recordad. Cuando dije que jadeaba encima mío se daba por supuesto que era él. Quizá. Ahora os digo que era ella, era ella la que jadeaba encima, pegada y sudorosa. Era ella. Todo lo peor que puede ser un hombre también es todo lo peor que puede ser una mujer. Cuantas cosas sucedieron hasta que di con ella. Antes siempre estaba de camino a un lado u otro, a tientas y a locas, siempre con prisa e impaciencia. Ella me paró. Estoy parada como una tortuga. Soy incapaz de volver a correr. Estoy parada. Él me paró. No es una cuestión de sexos. Entended cómo varía la perspectiva. La imagen cambia. No, no era un hombre, era una mujer. No, no era una mujer era un hombre. Sorpresa. Sorpresa. Entended que en el fondo tanto da, hombre o mujer, el amor liquida y se acaba igual. Imaginad lo que queráis. Nada cambiará los latidos del corazón. Mi corazón.

viernes, 2 de julio de 2010

Dolor de corazón

Me dolía el corazón. Todavía me duele. No: no debería dolerme pero se obstina, es testarudo, se resiste a olvidar. Quizás ha sido el esfuerzo excesivo. Un mal día. ¿Un mal día? Si sólo fuera uno. Malos muchos. Quizás el trabajo es demasiado para mí. Quizás eras demasiado para mí. Ahora. Ahora mismo. Todo me parece excesivo y sin sentido. Demasiado. Me costaba andar a tu lado. Me cuesta andar ahora también. Temo que me costará andar toda la vida. Tendré que volver a aprender a andar. De pronto, todo me parece una tortura inútil. Para qué. Para qué. Y sobre todo. Sobre todo. Para quién. Yo no soy excusa. Yo no soy quién.

jueves, 24 de junio de 2010

Todo lo que queda
































































Menos que nada.



San Juan

San Juan es la noche más corta. Debería serlo. Esta noche debería ser la más corta. Tal como lo escucháis. Me pongo los zapatos e intento salir a la calle. Ayer no había salida. Si salida. Era la verdadera noche, la noche de todos los días, casi todos, casi todos, que pasé a su lado. De noche siempre todos los días. Días oscuros. Noches largas y frías. Mi mente está repleta de imágenes antiguas, de sonidos antiguos, de olores antiguos. Mis ojos son incapaces de volver a aprender. Mis orejas son incapaces de oír. Mi olfato es incapaz de oler. Mi piel. MI PIEL, sabéis, es incapaz de sentir nada. He perdido lo viejo y todavía no he conquistado lo nuevo. Las noche más corta. La noche más corta. San Juan. Salgo a la calle. La luz de las explosiones no ilumina la noche más larga, la noche más larga de mi corazón.

lunes, 14 de junio de 2010

La pradera

Se extendía ante mis ojos. La pradera. Podía verla. La pradera. Mañana húmeda ante mis ojos. Mañana. Los horrores de la noche se habían disipado. De la noche. De la noche. El día era peor. Lo peor era afrontar el día. El día. No había pradera. No había nada delante. Sólo el día. Sólo. Lo sabéis cada mañana al levantaros. Estáis solos. Estaréis solos. El día. Mejor que no amaneciera. Mejor la noche con horrores incluidos. Sin pradera.

sábado, 12 de junio de 2010

Gustos con mal sabor

No me gustan los embaucadores. No me gustan los mentirosos. No me gustan los falsos. No me gustan los hipócritas. No me gustan los que gritan. No me gustan los que ponen mala cara. No me gustan los crueles. No me gustan los desconsiderados. No me gustan los soberbios. Pero tú me gustabas. Tengo un problema.

domingo, 6 de junio de 2010

Ir al cine

Delante del espejo veo una película de la que soy protagonista. No me reconozco. No. No logró reconocer quién era cuando estaba contigo. Tampoco quién soy ahora. No sé si alguien podría. ¿Alguien puede?¿Alguien puede decirme quién era? Nadie responde. Tú menos que nadie. Puedo olvidar este rostro que no necesita nadie. Podéis olvidarlo. Tendré que inventar un nuevo rostro, no para ti, un rostro para poder mirarme al espejo. Algún día os lo enseñaré.

jueves, 3 de junio de 2010

Buenas noches

Se acabaron las buenas noches hace tiempo. Se acabaron los buenos días hace tiempo. Tiempo. Hace tiempo. Me queda la noche y el día, más buenas desde que no te doy las buenas noches en la cama ni los buenos días por la mañana. Ahora veo que nunca fueron buenas. Se puede ver.

Me entusiasmé demasiado pronto

En algún momento perdiste todo el interés. Nada te interesaba. Nada. Lo que menos yo. No tenías ganas de hacer nada conmigo. No tenía ganas. Creo que se puede entender. Deberíais poder entenderlo. ¿A qué se debió esa falta de entusiasmo? ¿Soy culpable de algo? Seguramente, de no haber dado por terminada la relación cuando debía hacerlo. De nuevo, sí, me repito, debía hacerlo, debía hacerlo antes, antes. Antes de que me contagiaras la falta de entusiasmo. Un apático es triste. Dos apáticos no tiene palabras. Somos cobardes, es la verdad. Si, sabéis que es la verdad. No estar sola, la obsesión de no estar solos. Aunque ya no quede nada de pasión ni de ilusión. Ilusos. Ilusa.

lunes, 24 de mayo de 2010

Nadie a mi lado

Al despertar pienso en los hijos que pensaba tener a tu lado. No sé ni cómo pude llegar a pensar que eso sería posible. ¿Os lo podéis imaginar? Claro que no. Veo unos niños pequeños que corren por el parque cogidos de la mano, me apresuro para cogerlos antes de que se caigan. Temo por ellos. Me despierto. Era un sueño. Eran los niños de otros. Me despierto, y estás a mi lado. Nadie más. Nadie. Decir a mi lado es ya decir mucho. En realidad, ahora, no hay nadie a mi lado. Lo peor es que nunca lo hubo, incluso cuando entrabas dentro de mí jadeando casi sin esfuerzo, cansado por nada. Nada. Sólo era un receptáculo cómodo para tus deseos. Podéis imaginaros.

Juegos de invierno

No pudo ser. Ya sabes que no pudo ser. No pudiste dejar a un lado la necesidad de controlarlo todo. Todo. A todos. También a mí. No supiste dejar que alguien entrara en tu interior, que conociera tus debilidades. No. No pudiste, ni podías. No pudo. Todos lo sabéis. Siempre la puerta cerrada, las indiferencia, la frialdad, el corazón de hielo. Nieve en las venas. Todos conocéis la incapacidad de amar. Me sentía indefensa y abandonada a los elementos, como si estuviera viviendo a la intemperie y no tuviera nadie a mi lado. Porque, tú, amor mío, no eras nadie, apenas una ausencia, Físicamente no estaba muy cansada, por lo que no podía parar de pensar. No podía dormir. Y no podía parar de pensar. Pensar en cómo llegar a ti, en cómo hacerte salir. No había salida. No había entrada. Todos lo sabéis. Nunca la hay cuando el amor dicta sentencia.

jueves, 20 de mayo de 2010

Prefiero no recordar

Ayer creo que te ví. Sí, estoy segura de que eras tú. No, no lo eras. Así pues, estáis viendo que no estoy bien. Sí que estoy bien. No podéis saberlo, no podéis saber nada. No es que me vuelva loca, otra vez loca. Loca. Loca estuve por tí. No volveré a estarlo. Nunca. Te veo por todas partes para recordarme que no quiero verte nunca más. Para olvidarte. Para recordarme que lo mejor es olvidarte. Que lo mejor es el olvido. No te veré más. No te veré más. Lo repetiré las veces que haga falta. Ante quien haga falta. No te veré más.

viernes, 14 de mayo de 2010

Frío y ausente

Muchas veces quise golpearte, te habría golpeado, ¿llegué a golpearte?, para ver si había algo o alguien dentro. Le habría golpeado. Medio aturdida estiraba la mano y tocaba algo frío. Por la noche, entre las sabanas, por el día, al despertar, mientras tomabas el desayuno sin apenas mirarme a los ojos. ¿En qué pensabas? Era algo frío y áspero. Eras algo frío y áspero. Una resistencia a mis caricias, una pared, una ventana gélida. ¿Dónde estaba el fuego? ¿Cómo podía seguir funcionando ese cuerpo que deseaba, si de él no emanaba ningún calor? No le hacía falta, había aprendido a funcionar sin calor, de forma automática, masticando el aire. A mi sí me hacía falta, y como el aire, pero no para masticarlo, sino para sentirme viva.

Muchas veces quise golpearte, hasta tres veces me levanté para cerciorarme de que realmente existías, de que no eras un fantasma, de que enfrente mío todo el amor, mi amor, cariño, se había transformado en un puro y duro obstáculo, frío y ausente. Ausente. Que me impedía continuar mi camino. Mi camino. Pensé en que estaba confundida, en que no pasaba nada, que todo era normal. Normal. Pero no. Sabía que no. NO se trataba de eso. Hubiera sido más fácil, mucho más fácil, aceptar que estaba loca que aquella terrible barrera en que te habías convertido. El cuerpo me dolía. La mente me ardía. ¿No os arde también la mente? Es el frío que quema por dentro. Dentro. Dentro.

martes, 11 de mayo de 2010

Tengo miedo

Una tarea cualquiera, escribir, por qué no, una tarea cualquiera para que me libre de mirar a la oscuridad, tinieblas, que me libre de tener miedo. ES verdad: tengo miedo. Tenéis miedo. Y no quiero esperar, aquí en un rincón, bajo las sábanas inmaculadas, a que me alcance y me domine. No. no esperaré. Escribiré hasta que oscurezca, hasta que oscurezca. Este trabajo nuevo me cansará, me adormilará, me cansará, me sanará, o me volverá loca, me sanará. La mañana no me da miedo, no tengo miedo. No tenéis miedo. Pero temo el atardecer que nunca se acaba, nunca,
¿Qué hora es? ¿Y qué más da? Quizá las cuatro de la tarde o de la mañana. No tengo reloj, lo he perdido. Habéis perdido el reloj. ¿Lo sabíais? Aunque hace tiempo que a nadie le es útil, no tiene nada que contar. Un juguete caro, horas perdidas, que nunca daba la hora con exactitud. Mejor así. Poseo un bolígrafo y cinco lápices. Ya sabéis que eso no sirve de nada ahora, que esto no es un papel. ¿Verdad? Escribo con luz sobre la oscuridad de mi corazón y del de los demás. Despertad. Encended el aparato. Apagad. Encended. Desconectad. Haced lo que queráis.

Todavía no me has querido suficiente

Hoy comienzo mi informe. Relataré porque no me has querido suficiente ni podías hacerlo, por qué el no querer se ha transformado en una rutina. Hablo contigo, me escuchas, tanto da si existes o no. Sabes que tu corazón está vacío. ¿Me escucháis? Ni siquiera sé qué día es hoy, ya que durante este invierno pasado perdí algunos días. Tiempo vacío para un corazón vacío. Pero no creo que sea muy importante. Tengo que basarme en notas escuetas, recuerdos, quizá falsos, rumores de mi propia existencia, porque nunca pensé en escribir, nunca, lo juro, fue porque no me habías querido suficiente que empece a escribir y temo que mis recuerdos serán diferentes a cómo las cosas pasaron, especialmente a cómo las viví y las sigo viviendo.

¿Es un relato? Podría serlo, no diré que no, la invención es característica de todos los relatos. ¿Escribo por placer? No de trata de eso, escuchad: escribo para no perder la razón. No hay nadie que piense o decida por mí. Estoy sola por completo, estamos solos por completo. Por completo. Tengo que intentar sobrevivir a los largos y oscuros meses de un tiempo claro. No cuento con que esto sea leído. No sé si siquiera si lo deseo. Quizá, a lo mejor, lo sepa cuando haya terminado, y antes de borrarlo todo. Todo.