martes, 11 de mayo de 2010

Tengo miedo

Una tarea cualquiera, escribir, por qué no, una tarea cualquiera para que me libre de mirar a la oscuridad, tinieblas, que me libre de tener miedo. ES verdad: tengo miedo. Tenéis miedo. Y no quiero esperar, aquí en un rincón, bajo las sábanas inmaculadas, a que me alcance y me domine. No. no esperaré. Escribiré hasta que oscurezca, hasta que oscurezca. Este trabajo nuevo me cansará, me adormilará, me cansará, me sanará, o me volverá loca, me sanará. La mañana no me da miedo, no tengo miedo. No tenéis miedo. Pero temo el atardecer que nunca se acaba, nunca,
¿Qué hora es? ¿Y qué más da? Quizá las cuatro de la tarde o de la mañana. No tengo reloj, lo he perdido. Habéis perdido el reloj. ¿Lo sabíais? Aunque hace tiempo que a nadie le es útil, no tiene nada que contar. Un juguete caro, horas perdidas, que nunca daba la hora con exactitud. Mejor así. Poseo un bolígrafo y cinco lápices. Ya sabéis que eso no sirve de nada ahora, que esto no es un papel. ¿Verdad? Escribo con luz sobre la oscuridad de mi corazón y del de los demás. Despertad. Encended el aparato. Apagad. Encended. Desconectad. Haced lo que queráis.

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