lunes, 24 de mayo de 2010

Nadie a mi lado

Al despertar pienso en los hijos que pensaba tener a tu lado. No sé ni cómo pude llegar a pensar que eso sería posible. ¿Os lo podéis imaginar? Claro que no. Veo unos niños pequeños que corren por el parque cogidos de la mano, me apresuro para cogerlos antes de que se caigan. Temo por ellos. Me despierto. Era un sueño. Eran los niños de otros. Me despierto, y estás a mi lado. Nadie más. Nadie. Decir a mi lado es ya decir mucho. En realidad, ahora, no hay nadie a mi lado. Lo peor es que nunca lo hubo, incluso cuando entrabas dentro de mí jadeando casi sin esfuerzo, cansado por nada. Nada. Sólo era un receptáculo cómodo para tus deseos. Podéis imaginaros.

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