lunes, 11 de octubre de 2010

... y nosotras no sabemos lo que queremos...

Tenemos que reconocerlo. Lo reconozco. Reconocedlo. No sabemos lo que queremos. No sabemos lo que queremos. Andamos extraviadas. Perdidas. A ratos seguras. Sí. Después inseguras. Perdidas. Salvadas. Perdidas. Salvadas. Perdida. No sé cuándo salvada. No sabemos quién ha de ser él. O quién es ella. ¿Será él el hombre buscado? ¿O será ella? No sabemos si buscamos al padre, a un hermano mayor, un amigo, un amante. ¿El amor platónico de la infancia? Cuántas veces. Cuántas veces no habremos oído: "No es lo bastante hombre para mí". Y cuando era bastante hombre, entonces, sí, entonces, esto funciona así, se oía otra cosa: "No tienes ninguna sensibilidad". ¿En qué quedamos? ¿Con cuál nos quedamos? Quizá el amigo no debería ser el amante. Y, a la inversa. A la inversa, el amante no debería ser amigo. No sé si es la solución. No solucionaría nada. Ellos no saben quiénes somos. Ellas no saben lo que quieren. Yo tampoco. O sí, espera, sí. No lo quiero a él. No puedo quererle ya. Seguro. Salvada.

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