lunes, 31 de diciembre de 2012

La silla de las arañas

A mucha gente le dan verdadero pánico los insectos. Ya lo sé. Es una fobia común. Será porque lo desconocido nos asusta. O lo pequeño. O lo que no comprendemos. Ellos se lo pierden. Hay mundos microscópicos por todas partes. Y sus habitantes. Sus peculiares habitantes ajenos a nuestro mundo. No puedo evitar mirarlos. Mirar qué hacen y las cosas increíbles que hacen, cómo se mueven. ¿No os habéis preguntado nunca qué o quién dirige sus extraños movimientos? Se paran. Habrá algún motivo. Siguen adelante. Dan rodeos. Es que los insectos, esos pequeños sabios, odian la línea recta. Sí. Nada de ir en línea recta. Son unos apasionados del zig-zag. Pasión por las curvas. Todo esto venía a cuento de una silla. Tengo una silla de madera de las de antes, como las de nuestras abuelas. En el balcón. La tengo en el balcón. Por algún extraño motivo una araña decidió tejer su tela en ella. Le pareció un buen lugar. No me atreví a sacar la telaraña. La estaría echando de casa,. De su hogar. Del lugar que eligió. Así que se quedó. Y con ella vinieron más amigas suyas. Más arañas. Muy pequeñitas. Las visitas no entendían nada y siguen sin entenderlo. Es imposible sentarse en esa silla. Está llena de telarañas. Creen que estoy loca. Me dicen con cariño: "Estás loca". Quizá sea verdad. Pero hay muy pocas personas, muy pocas que hayan contribuido a crear un microuniverso. Que creen mundos. Mundos habitados. Sonrío. Soy una pequeña diosa. La diosa de la silla de las arañas. Venid y ved a mis criaturas. La silla es su mundo. No. No necesitan nada más. Tejen su tela en honor a su diosa desconocida. Venid y ved. Es asombroso. Es la vida. Es vida.

4 comentarios:

  1. yo dirijo a muchos insectos hacia las telarañas y quedan atrapados en la red. La silla es su mundo, el de la araña. En cambio, el mundo de los insectos que quedan atrapados en la red es una cuadrícula más o menos arregladita sin salida.

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  2. Es que el mundo, el mundo tiene muchos niveles, y no todos son agradables.

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  3. Como egocéntricos que somos sólo nos maravillamos de lo que es superior a nosotros. El universo, por ejemplo. Nos sorprende la infinitud. O más aún: la finitud. Pero no somos conscientes de los otros mundos que nos habitan y de los que nosotros, en el mejor de los casos, somos simples espectadores. O destructores: cuando no entendemos, destruimos. ¿Y nuestro cuerpo? Pocos se paran a pensar que somos huéspedes de microcosmos. Les llamamos "microcosmos" porque somos los reyes de la "creación". Pero... ¿Y las vidas que nos habitan? ¿Y, por ejemplo, los millones de ácaros que residen en nuestras pestañas? Tan cerca y tan ciegos.

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  4. Sí, tenemos una fijación con lo grande, con lo espectacular, y afecta a todo lo que hacemos, la política, el arte, el amor, y lo más grande de todo acaba siendo la guerra, y así nos va. La megalomanía y el egocentrismo nos pierde. Nos mata. Nos mata y nos pierde. Y matamos por falta de atención a lo pequeño, matamos todo lo que nos rodea. El ácaro de la pestaña sería el otro punto ciego del ojo.Un recuerdo. Nos recuerda, nos recuerda lo que no vemos, lo que no queremos ver.

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